Son solo poco más de 60 metros cuadrados,
pero sin duda es la superficie más protegida, reservada, importante y
estratégica de Mercadona. En ellos están montados los servidores,
modems, procesadores y discos duros que conforman el nuevo centro de
mando del líder de la distribución en España.
CincoDías logró luz
verde de los altos ejecutivos de la cadena para estar a su lado. Ser
testigo durante unos minutos de su funcionamiento ‘on line’, de lo que
es capaz de hacer ahora y de lo que será posible hacer con él cuando su
instalación culmine dentro de unos meses.
De su importancia y de
la consideración estratégica que tiene para la empresa da cuenta como se
refirió a él, de pasada, el presidente Juan Roig, con ocasión de la
presentación de los resultados de 2013. Todo el mundo allí pudo escuchar
estas palabras; “nosotros innovamos mucho, somos una empresa de
innovación. Estamos construyendo un centro informático, y se va a hacer
un cambio informático en 2015 y 2016, que será revolucionario y que
inauguraremos el año que viene. Es un salto en el que nos podemos jugar
la empresa pero yo estoy muy convencido de que va a triunfar”.
El
salto lo ha dado en un solar rodeado de naranjos de una localidad
valenciana, que los responsables de la empresa prefieren que se obvie su
nombre. Allí ha construido un caja gris, un edificio de 2.000 metros
cuadrados, de aspecto muy parecido a los que albergan los reactores
nucleares, diseñado por R Studio Arquitectura. El objetivo de las
toneladas de hormigón armado, que forman sus paredes y de las medidas de
seguridad desplegadas, es proteger su cerebro.
Un nuevo cerebro
artificial, instalado en una sala de 300 metros cuadrados, que controla
en tiempo real, las 24 horas del día, todas las variables de las 1.500
tiendas, los bloques logísticos y sus almacenes. Los ejecutivos de
Mercadona saben ya, gracias a su nuevo CPD (así han bautizado al
superordenador), cuanto, cómo y a que precio esta vendiendo en cada una
de sus cajas, segundo a segundo.
Los datos no se usarán
Tener a
tú disposición un caudal de información tan importante. Disponer de un
termómetro diario de como evoluciona el consumo doméstico en España, da
acceso a conocer mucho del gasto de cada tipo de cliente. Algo así
podría no tener precio en un momento en el que las grandes cadenas de
distribución luchan por cada céntimo de consumo. Que un ordenador de
estas características pueda almacenar todas las acciones de compra de
sus clientes, hace factible que la compañía se incline a hacer
descuentos ad-hoc incentivando la fidelidad. Sin embargo la empresa
asegura que no utilizará lo que puede llegar a conocer. “En Mercadona
los clientes no son productos. Para conocer sus preferencias y hábitos
preferimos la relación directa y para ello invertimos más de 15 millones
al año a través de nuestros monitores en tienda y centros de
coinnovación. Preferimos esta forma de interactuar con nuestros clientes
que estar monitorizando todas sus acciones”.
Su complejidad
técnica, no apta para la comprensión de los neófitos, se adivina cuando
su potencialidad se traduce en cifras. La empresa ha presupuestado para
su desarrollo, desde 2012, año en el que se puso en marcha su diseño,
hasta 2015, ejercicio en el que está prevista que acabe su instalación
definitiva, 126 millones.
En su puesta en marcha inicial han
trabajado 1.600 técnicos, tanto de la propia cadena como de las
multinacionales informáticas, que se han encargado de su diseño y
montaje. Y para hacerlo posible Mercadona se ha tenido que sentar,
asociar y pactar con multinacionales de la talla de IBM, HP, Oracle
Cisco, Redhat, Capgemini, Sopra, Atos, Indra, Sothis y Telefónica.
Y
juntos han diseñado una revolución tecnológica en la cadena comparable a
la que llevó a cabo en 1982, cuando decidió ser la primera empresa de
distribución en España que incorporaba algo tan habitual ahora como el
código de barras y los escáneres.
Solo en el cerebro, en el conjunto
de procesadores, discos duros, modems, servidores y en duplicarlo, por
razones obvias de seguridad, se han invertido 45 millones de euros.
Su
capacidad es tal que “cuando este implementado del todo podría
gestionar cuatro ‘mercadonas’ como la actual”, asegura Paco García,
director de compras informáticas de la cadena. Que explica, para
ilustrar el desafío al que se han lanzado, que “lo que estamos haciendo
es cambiar el motor de un avión en pleno vuelo, sin perder capacidad de
gestión en ningún momento y sin que ‘el jefe’ (denominación que en
Mercadona se da al cliente) se de cuenta de que las cosas han cambiado
en la tienda”.
Pero, por qué un cambio tan radical. Por qué
complicarse la vida de esta forma en un salto al vacío de resultados
inciertos, tal y como reconoce el propio Roig. Carlos García, director
de explotación de la compañía asegura; “en Mercadona, el equipo de
gestión se convenció de que para poder revolucionar la gestión de los
productos frescos (pescado, fruta y verdura y carne) tenía que poder
pensar y poder decidir con la misma rapidez que decide un frutero o un
pescadero de toda la vida en cualquier puesto de un mercado”. Y no había
herramientas para hacerlo, “hasta ahora debíamos esperar 24 horas para
conocer lo que se estaba vendiendo y las soluciones a los fallos
llegaban muy tarde. Nos dimos cuenta de nuestra necesidad y pusimos a
los técnicos a funcionar.
“Conocer en tiempo real todo lo que pasa en
la cadena nos da una ventaja estratégica brutal. Es una innovación de
tal calibre que nos permite no esperar a hacer el arqueo de caja para
tomar decisiones, se toman en tiempo real. De hecho podremos cambiar
precios en minutos y ajustarnos a la demanda real”.
Los técnicos
de Mercadona aseguran que han acabado con la verticalidad con la que
hasta ahora se manejaba la información en la empresa. Los distintos
departamentos generaban sus propios datos de la empresa, pero por
incapacidad técnica era muy difícil poder compartirlos, y cuando se
lograba no todo llegaba, por la razones que fuesen. “El nuevo cerebro ha
horizontalizado la información. Todo el mundo tiene la misma. Los
gerentes de compras ya saben qué necesitan, qué es lo que va a faltar en
las tiendas o en los almacenes en unas horas, en unos días. Y con una
tableta en la mano, pueden conectarse con los proveedores, ya estén en
alta mar o en el campo, y encargar según las necesidades reales”.
“Hemos
diseñado un sistema inteligente. La tecnología de hoy nos permite
miniaturizar todo hasta tal punto que toda la base de datos histórica de
Mercadona desde que comenzó, toda la facturación, contabilidad compras,
etc, cabe en un sistema de almacenamiento autoeficiente que no ocupa
más espacio que la de un módulo mediano de un armario de cocina”,
explican.
Igual que todo el sistema instalado para procesar el
funcionamiento de la cadena. Su tamaño decepciona las expectativas del
visitante, que espera ver un superordenador con cosas y artilugios
móviles, como los que aparecen en las películas. La discreción que los
ejecutivos de Mercadona pidieron a CincoDías, como condición para poder
entrar en la habitación del cerebro, nos impide mostrar imágenes. Pero
para hacerse una idea basta subrayar que todo el sistema de
procesadores, el que es el verdadero motor de la mecánica diaria de la
empresa, cabe en un armario ropero de cualquier casa.
El sistema
se diagnostica y se analiza a sí mismo. No hace falta que se le hagan
pruebas para ver su estado. De acuerdo con los técnicos, “él solo avisa
de que va a ocurrir un problema y, por supuesto, de cuando le esta
pasando algo crítico. Este auto diagnóstico nos permite evitar fallos
dramáticos que nos fuercen a paralizar partes de la empresa. Con eso,
logramos, una vez más, que nuestros ‘jefes’ reciban todas las
facilidades para comprar en Mercadona. Entrar en la tienda y no poder
pagar o tener que soportar una cola de veinte minutos, porque el sistema
impide el funcionamiento de no sé qué línea de cajas, hace que el
cliente se piense mucho irse a la competencia y no volver”.
“No encuentro boquerones en el agua. Hay lubina, ¿Quieres?”
La
frase que contiene el titular parece el comienzo de una bravuconada
entre marineros. Pero Mercadona no lo cree así. Sus responsables
defienden que su nuevo cerebro artificial les permitirá trasladar
directamente sus decisiones a los barcos que se encuentren faenando en
el mar. El concepto de horizontalidad de la información, el que todo el
mundo tenga la misma información a su disposición, permitirá, con un
smartphone o una tableta, saber si las tiendas cercanas a las lonjas
están vendiendo o necesitan más una especie u otra”. Los responsables de
compras conocerán en todo momento el stock, y tomarán decisiones sobre
la marcha.
“Si no hay boquerones en el agua, pediremos lubina a la
carta, o calamar, y aprovecharemos que el barco está en el mar para
cubrir las necesidades de producto puntuales.
Ganamos tiempo,
que es lo único que no podemos comprar. Ahorramos dinero y evitamos
pasos intermedios que nos encarecen el producto final y nos deterioran
la frescura, que es lo que nuestros clientes demandan”. Los responsables
del proyecto aseguran que ya no será necesario mandar el pescado o la
fruta y la verdura a un centro logístico desde donde se repartirá al día
siguiente. “Podremos mandar una furgoneta al pie del muelle, cargar el
pescado y, desde allí, servir a las tiendas. Así ahorramos tiempo. El
jefe quiere el pescado más fresco al mejor precio posible en la tienda.
No compra lechugas secas. Compra las más verdes y para lograrlo
Mercadona, con su nuevo cerebro artificial podrá recortar el tiempo de
gestión. Simplemente lo que han hecho los pescaderos de toda la vida.
Con esta fotografía real la situación de las tiendas la empresa aspira a gestionar sus diferentes secciones como micro empresas. Articulo extraido de Cinco dias y el COITT.
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