A través de estos convenios, las ETT tendrán acceso fundamentalmente a cruzar sus bases de datos con las de los servicios públicos de empleo. Pero esto será solo un primer paso en la fórmula de colaboración público-privada. Según explicó recientemente el director general Empleo, Xavier Thibault, ante un grupo de directivos de recursos humanos, el Gobierno está buscando una fórmula para que las ETT "sean también una herramienta importante en la lucha contra el fraude".
En este terreno, argumentó que la ley actual ya estipula que los parados que rechacen tres ofertas adecuadas de empleo serán sancionados con la pérdida de la prestación por desempleo. Pero según dijo, "el problema está en que algo no funciona en los servicios públicos de empleo, que apenas intermedian en el 3% de las colocaciones, y por eso ni siquiera llegan a tramitar ofertas adecuadas". Conclusión: ni se rechazan ni se retiran las prestaciones por ello.
Ante esta situación, Thibault consideró que cuando las ETT colaboren plenamente en la intermediación con los servicios públicos, se tendrá que aplicar igualmente la ley que sanciona a quien rechace tres ofertas de empleo adecuadas con la retirada de la prestación. "Eso también sucederá cuando sea una ETT la que descuelgue el teléfono y realice estas tres llamadas ofreciendo hasta tres empleos adecuados al perfil del parado y este los rechace", insistió el director general de Empleo.
Dicho esto, precisó que llevar la colaboración público-privada hasta este punto no es una decisión ya tomada, sino que "todo está en fase de estudio; estamos analizando países como Alemania, donde funciona así". En cualquier caso, fuentes del sector consultadas creen que una decisión como ésta conllevaría un gran control de las ETT por parte de la Administración y, como mínimo, una definición más precisa de lo que es una oferta de empleo adecuada que no se puede rechazar.
Las ETT han tenido muy mala reputación en la sociedad española, pero en Empleo creen que en los últimos años han ido recuperando prestigio y que cuando mejoren la intermediación laboral, la percepción de estas empresas se terminará de normalizar.
Su implantación en España ha sido lenta y dolorosa. En 1994 se legalizaron y en 1999 se reformó su regulación para garantizar la prevención de riesgos laborales y la formación de los trabajadores cedidos, así como su equiparación salarial con los contratados directamente por la empresa usuaria. En 2010 se eliminaron las trabas para que operen en el sector público y la construcción y se les reconoció como agentes colaboradores. La última reforma laboral abre la puerta a una mayor colaboración público-privada.
Artículo extraído de Cinco Dias digital.
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