martes, 29 de julio de 2014

¿Por qué tardan tanto en cargar su batería mis dispositivos?

No sería la primera vez que tras tener un teléfono cargando toda una noche, a la mañana siguiente vemos como apenas un cuarto de su batería está llena. El cable parece en perfecto estado, el cargador es nuevo y el terminal indica que está cargando ¿donde está el problema?

Pues lo cierto es que, aunque no lo parezca, ni los cargadores son todos iguales, ni los cables USB tampoco o estamos usando un enchufe incorrecto para cargarlo. Estos tres, habitualmente, son los problemas que causan que un terminal cargue despacio su batería o no la cargue en absoluto.


 La clave está en el amperaje

Actualmente, la mayoría de los dispositivos móviles cuentan con cargadores de 5 voltios, sin embargo, no todos ellos son iguales. Y es que la diferencia estaría en el amperaje. Los smartphones suelen tener cargadores de 1 amperio mientras que los de los tablets cuentan, habitualmente, con dispositivos de 2 amperios. Esta es la causa por la que los cargadores de tablets también son conocidos como los de 10 wattios (amperios x voltios = wattios). Por lo tanto, los cargadores de smartphones son de 5W y los de tablets de 10W, pese a contar con el mismo voltaje, y por tanto, poder utilizarse con unos y con otros.
Está claro que, por tanto, la diferencia es palpable. Utilizar un cargador de smartphone en un tablet puede duplicar el tiempo que necesita para cargar la batería mientras que al contrario se puede reducir a la mitad.

Todos parecen iguales, pero no lo son

Ya hemos hablado del cargador, pero es que habitualmente ya todos son cargadores USB y, erróneamente también, pensamos que todos los cables USB son iguales por llevar a un lado un conector normal y otro microUSB, el que se ha impuesto en el mercado. A parte de que, como es habitual, lo "barato sale caro", y no son pocos los casos de terminales que han echado a arder por utilizar cables no oficiales, lo que si deberíamos fijarnos es qué versión de USB son. No es lo mismo un cable USB 2.0, que nos cargará el terminal, como mucho, entre 0,5 amperios o 1 amperio como máximo, a usar un cable USB 3.0 que admite hasta 5 amperios. De nuevo, la suma es fácil.

Siempre mejor la pared que un puerto USB

Finalmente, tampoco es lo mismo cargar un terminal con el cable USB conectado a un ordenador u otro dispositivo que utilizar el cargador. Y es que donde enchufamos el cable también es importante. Los puertos USB, a nos ser que utilicemos un programa especial, suelen dar un máximo de 0,5 amperios, lo que da casi para mantener la batería del terminal que hemos conectado y poco más. Algunos ordenadores como los de Apple, al detectar que se ha conectado un iPhone o iPad suben esta cifra hasta los 1,5 amperios, pero siempre será más interesante conectar el terminal a la pared que utilizar cualqueir otra opción.

jueves, 10 de julio de 2014

Samsumg vuelve a reirse de Iphone

Samsung se vuelve a burlar de los usuarios de iPhone en su publicidad del Galaxy S5.

Si sigues los pasos de Samsung en telefonía últimamente, sabrás que el fabricante no tiene problema en “pegar fuerte” a sus rivales en su publicidad, y aunque parecía que se estaba moderando en sus últimos anuncios con un tono menos beligerante y sencillamente explicando las bondades de sus smartphones, el último comercial que ha publicado el fabricante coreano va directamente dedicado a los usuarios de iPhone a los que denomina “abraza muros”. Y es que el anuncio ridiculiza la autonomía de batería del iPhone y sobre todo el no contar con la posibilidad de cambiar este elemento.


Además, el anuncio señala el sistema de ahorro de energía estrenado por el Galaxy S5 que permite exprimir la batería cuando su carga desciende de un determinado porcentaje. Por supuesto, el comercial olvida que muchos usuarios que viajan con teléfonos cuya batería no se cambia fácilmente, se hacen con baterías externas que pueden recargar el smartphone en un momento de emergencia y no abultan mucho más que una segunda batería.

En cualquier caso, el anuncio, que pertenece a la serie “The next big thing”, está filmado con bastante sentido del humor y con un tono similar a los primeros anuncios de Samsung de esta serie en los que ridiculizaba las colas de usuarios que esperaban para adquirir los nuevos iPhone.

 


martes, 8 de julio de 2014

El remitente de WhatsApp puede estar falseado

Dos expertos en seguridad españoles han encontrado una vulnerabilidad en el popular WhatsApp que permitiría cambiar el remitente de los mensajes para hacerse pasar por otra persona. Este fallo, además del problema de confianza que puede llegar a causar entre los usuarios del programa, tiene hasta implicaciones jurídicas ya que los mensajes de esta aplicación han servido como prueba de conversaciones en juicios por acoso, o divorcios, entre otros. Los dos hackers que han descubierto el agujero de seguridad son Jaime Sánchez y Pablo San Emeterio, y al parecer para suplantar a otro usuario en WhatsApp hacen falta avanzados conocimientos técnicos, lo que sin duda es un consuelo.


Según explican los dos expertos, los mensajes pasan por un sistema de cuatro contraseñas al entrar y salir de los servidores de WhatsApp y la vulnerabilidad se encuentra en la posibilidad de interceptarlo una vez sale del servidor y antes de que llegue al teléfono del receptor. De este modo se puede modificar el remitente del mensaje y el móvil receptor no tiene forma de saber que ha sido suplantado.

Esta vulnerabilidad no es ni la primera ni la más peligrosa de las que se han ido encontrando en WhatsApp, pero si se confirma que es posible suplantar a un usuario podría dar lugar a que se llevasen a cabo falsas acusaciones, o denuncias basadas en falsos mensajes mediante WhatsApp de usuarios a los que ni siquiera hace falta tener acceso físico a su teléfono. Según explica además el reportaje sobre los dos expertos publicado por El País, el número de casos en los que se aportan mensajes de WhatsApp como prueba ha crecido de manera exponencial en los últimos tiempos y nada menos que una de cada 20 pruebas está falseada. Algunas de ellas con manipulaciones burdas en Photoshop, pero otras llevadas a cabo con troyanos u otros sofisticados programas maliciosos.

jueves, 3 de julio de 2014

Es hora de hablar seriamente del impresionante poder que tiene Facebook

Facebook ha estado haciendo experimentos en silencio sobre el poder que tiene para influir en multitud de cosas, desde cómo expresamos nuestros sentimientos hasta a quién vamos a votar, y el mundo por fin se ha dado cuenta de ello. Ahora ha llegado la hora de entablar un debate que hace mucho tiempo que debería haberse planteado: ¿Cuáles son las obligaciones de compañías como Facebook y Google, que tienen el poder de configurar nuestra realidad colectiva?


El pasado fin de semana se propagó una ola de indignación en internet por un experimento que Facebook llevó a cabo en 2012 durante una semana. El resultado fue que ver cosas positivas en Facebook incrementa algo la posibilidad de que uno ponga algo positivo en la página; y lo inverso también es cierto. Pero al contrario de lo que se ha dicho, los investigadores no detectaron ninguna prueba de que Facebook realmente modificara el estado anímico de nadie.

Dejando aparte los aspectos éticos del experimento (para algunos es horroroso mientras que otros piensan que no tiene mucha importancia), sus resultados demuestran algo importante: que puede que no haya habido ninguna compañía en la historia con tanto poder como Facebook para influir en lo que pensamos y en lo que sentimos.


Facebook es grande y su alcance es mayor que el de cualquier medio en toda la historia. Y si quisiera podría obtener incontables datos sobre nosotros aunque nosotros no los revelemos, como nuestra orientación sexual, nuestro estado civil, nuestra propensión a consumir drogas, nuestro coeficiente intelectual, nuestras tendencias políticas, etcétera

La cuestión es la siguiente: ¿qué sucedería si Facebook decidiera hacer uso de todos estos datos? No sólo venderlos a empresas, sino también utilizarlos para influir en el estado de ánimo de las personas con el fin de conseguir algo concreto.


Por ejemplo, ¿qué sucedería si Facebook le enviara una mezcla óptima de contenidos positivos y negativos con el fin de que utilice Facebook la máxima cantidad de tiempo al día? Con el experimento anterior, Facebook ya ha demostrado que tiene el poder para determinar lo que usted lee mediante esta táctica. Y a partir de ahí, establecer una relación entre ese poder y el número de minutos que usted pasa en Facebook constituye un ejercicio matemático sencillo.


Facebook sería estúpido si no usara estos datos para manipular nuestros sentimientos con el fin de que naveguemos por su página el mayor tiempo posible, y como los algoritmos que usa para determinar las noticias y mensajes que recibimos no son públicos, no hay forma de que nadie sepa nunca cómo lo hace. Tampoco hay leyes que le prohíban hacerlo.


Otro ejemplo del poder de Facebook es el siguiente: en 2010, Facebook demostró que podía incrementar el nivel de participación electoral en unas elecciones al Congreso en EEUU al enviar mensajes concretos a sus usuarios. Dadas las características de los usuarios de la red social (en 2010 había más jóvenes y más amantes de la tecnología que ahora), tiene sentido preguntarse si al enviar estos mensajes Facebook influyó inconscientemente en el resultado de esas elecciones al Congreso.


Los algoritmos que determinan las noticias y mensajes que recibimos en Facebook, los resultados de las búsquedas que hacemos en Google y los mensajes que aparecen en la pestaña de “descubrimiento” de Twitter son cajas negras. Apenas tenemos idea de la manera en la que Facebook decide influir en los 1.200 millones de personas que usan la página regularmente.

Si cuando sea más mayor Mark Zuckerberg decide llegar a ser un magnate de los medios como Hearst, que manipula las noticias para conseguir sus propios fines, nadie podrá impedírselo. En cierto sentido, esto hace que Facebook sea una compañía de medios como cualquier otra de la historia. La diferencia es que debido a la cantidad infinita de datos que posee y a su capacidad para hacer cambios mínimos en su algoritmo para cada usuario a nivel individual, en cierto sentido Facebook tiene más poder que cualquier magnate de los medios de comunicación en el pasado.


También cabe preguntarse si Facebook tiene la obligación moral de usar sus datos para un buen fin. Si Facebook puede deducir cuál es nuestro estado de ánimo a partir de los mensajes que ponemos en la página, ¿debería intentar desarrollar un algoritmo para determinar qué usuarios es más probable que cometan un acto violento o se suiciden? Y al igual que aquellos que dicen que deberían echarse antidepresivos en el agua potable, ¿tiene Facebook la obligación de enviar a sus usuarios más tristes únicamente mensajes y noticias positivos que les animen?