Los mercados sitúan a Portugal, España e Italia, detrás de Grecia e Irlanda, como los países de la zona euro con más riesgo de impago.
¿Tumbará España a toda Europa?
Europa se tambalea y España amenaza con terminar de tumbarla. Al Gobierno español se le acaba el tiempo para presentar un plan de reformas estructurales que dinamice la economía española y un segundo plan de recortes que alivie la enorme carga que soporta la parte de los españoles que aún produce.
Se acabó el tiempo de marear la perdiz, de contarle a nuestros socios europeos que somos los mejores del mundo jugando al solitario y de dar lecciones al universo sobre cuál es la mejor forma de crear empleo. Es ahora o nunca. Si el Gobierno español no actúa ya, el euro y el proyecto europeo podrían derrumbarse como un castillo de naipes.El panorama europeo es desolador. Dos países han tenido que ser ya rescatados con una aportación cercana a los 200.000 millones de euros. Ahora todas las miradas se dirigen hacia Portugal y España, dos países cuyas fantasiosas promesas presupuestarias ya no cree casi nadie. Algunos dirigentes políticos europeos piensan que Portugal podría ser rescatado, pero a España quizá convenga más dejarla caer, no sea que vaya a arrastrar a toda la Unión al fondo del océano.
Por otro lado, el crecimiento de la zona euro en términos interanuales se sitúa en el 1,9%, y gran parte de este exiguo dato es un espejismo producto del despilfarro público que no genera riqueza, pero que contabiliza como incremento del producto total. Menos mal que según el comisario de Asuntos Económicos al comienzo de la crisis, Joaquín Almunia, Europa estaba a salvo porque esta crisis era estrictamente norteamericana.
Al presidente de la Unión Europea, el belga Van Rompuy, se le escapó hace unos días lo que todos piensan en Bruselas y en Frankfurt, que “está en juego la supervivencia del euro”.
Por mucho que luego intentara rectificar, todos sabemos que la moneda única está en la cuerda floja por culpa de tomarse a la chirigota el pacto de estabilidad, por las alocadas políticas keynesianas de despilfarro público y por los intentos del Banco Central Europeo de rescatar a los gastones emitiendo crédito respaldado en esos papelitos de los estados derrochadores.
Y por si a alguien no le quedaba claro, el ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schaeuble, afirmó rotundamente esta semana que lo que está en juego es el futuro del euro. La ministra de Economía española lo cuenta a su modo. Dice que “el ataque de los especuladores se dirige contra el euro, no contra España”. Claro que, en realidad, no hay ningún ataque, sino un descrédito ganado a pulso, y los especuladores no pasan de ser las familias y las empresas que, en vista de tanto desgobierno de las cuentas públicas europeas, ya no se fían de que la moneda común sea capaz de mantener mínimamente su poder adquisitivo.
Resulta irónico que esto suceda justo cuando se cumple el plazo dictado por los mandatarios de la Unión Europea para cumplir con la Agenda de Lisboa. En el año 2000, los jefes de Estado y de Gobierno de la UE acordaron en la capital portuguesa convertir a Europa en 2010 en “la economía más competitiva y dinámica del mundo, capaz de crecer económicamente de manera sostenible con más y mejores empleos, y con mayor cohesión social”.
La intención de los políticos europeos era obtener los frutos de las sociedades más libres, pero sin necesidad de revertir ni detener el proceso de aumento de la armonización, la burocratización y el intervencionismo que ahoga las libertades individuales de los ciudadanos de los 27 estados que conforman la Unión Europea. Se trataba de una misión imposible y la actual debacle de la eurozona no es más que la constatación. Los políticos han vivido de espaldas a la realidad, dándonos con el mazo en la cabeza mientras rogaban al Dios Estado que nos convirtiera en la zona más próspera del planeta.
Ni siquiera cuando el castillo europeo se viene abajo son capaces de rectificar y tratar de favorecer el dinamismo de nuestras sociedades. Durante la negociación para pactar el rescate de Irlanda, la obsesión de los políticos de la Unión era obligar al gobierno irlandés a elevar sus impuestos, empezando por su competitivo impuesto de sociedades del 12,5%. Apenas unos días más tarde, los eurodiputados acordaron pedir al Banco Central Europeo que monetice la deuda de los países que han perdido el crédito del mercado. De este modo esconderían toda la deuda basura emitida por los países derrochadores en el balance del Banco Central Europeo.
Creación de riqueza
El resultado de esa operación no puede ser otro que el de empobrecernos aún más con masivas pérdidas de poder adquisitivo y terminar de resquebrajar la unión monetaria. Parece que los políticos europeos siguen sin entender el proceso de creación de riqueza; creen que les basta con entender cómo redistribuirla, que es a lo que dedican su tiempo.
Lo que necesitamos es un Estado muchísimo más pequeño, menos (y mejores) regulaciones, impuestos mucho más bajos y una moneda sana.
En medio de esta situación crítica del tambaleante proyecto europeo, España se ha convertido en la insoportable carga que amenaza con tumbarlo, en la gota que todos intuyen que puede rebosar el vaso. La política de despilfarro, la asfixia impositiva, la creatividad contable de las deudas fuera de balance, la esclerosis múltiple del mercado de trabajo, el brutal desequilibrio de las cuentas públicas, los delirios energéticos y el paralizante estatus de la función pública han puesto a nuestro país al borde del precipicio.
Zapatero se ha ganado a pulso la pérdida de crédito de España. Falta por ver si el descrédito de su buenismo intervencionista arrastrará en su caída a toda la Unión Europea o si, en un repentino acto de rectificación en tiempo de descuento, Zapatero abandona y deja que otros reduzcan contundentemente el tamaño del Estado y el gasto público, liberalicen los mercados y realicen las reformas estructurales que impiden que los emprendedores saquen adelante este país.
El temor en los mercados se extiende a un ritmo vertiginoso. Y si hablamos de la zona euro, los movimientos son aún más bruscos y preocupantes. El mapa (ver gráfico) del riesgo de la región no deja lugar a dudas sobre la opinión de los inversores referente a qué país concentra su foco de atención en estos momentos: Grecia, Irlanda, Portugal, España e Italia.
Los CDS (Credit Default Swaps, son sus siglas en inglés), un producto que mide la evolución del riesgo de impago de los emisores de deuda, y el riesgo país (la diferencia entre el bono alemán, de referencia, y el de cada país) son un termómetro muy fidedigno del sentir del mercado.
Y, según el indicador elaborado por Expansión.com, creado a partir de estas dos variables, Portugal, España, Italia y Bélgica (en este orden) son los países de la zona euro cuya deuda provoca más desconfianza actualmente (después, evidentemente, de los que ya han solicitado ayuda a la Unión Europea y el FMI, Grecia e Irlanda).
Tal es la convulsión, que incluso la canciller alemana, Angela Merkel, especialmente dura con los países con más déficit, ha declarado que no ve riesgo de insolvencia en ningún país del euro.
En España, esta semana la prima de riesgo alcanzó máximos históricos al superar los 260 puntos básicos. Un hito que también se han cumplido en los últimos días en países como Irlanda, que superó los 670 puntos básicos, y Grecia ha rozado los 1.000. Los CDS, según los expertos más fiables a la hora de sacar una imagen aislada del ánimo de los inversores en un momento determinado, también aportan datos contundentes: Grecia (975,7 puntos), Irlanda (586,2 puntos), Portugal (481,7), España (301,4), Italia (204,3) y Bélgica (153,7) son los que obtienen peores resultados.
Los mercados mandan
El riesgo en esta crisis de deuda, de momento, lo están determinando los mercados. Sin embargo, detrás de esa foto hay otras variables objetivas que se deben tener en cuenta. Por un lado, el volumen de deuda pública, que hace saltar las alarmas en otros países como Italia (cuyo porcentaje sobre PIB fue del 116% en 2009), Bélgica (96,2% del Producto Interior Bruto -PIB-), incluso Francia (78,1%). Pero en este punto también hay matices. Por ejemplo, en el caso italiano la deuda está principalmente en manos de sus ciudadanos y no dependen del exterior para financiarse, un hecho que les protege de posibles ataques.
Otro punto a tener en cuenta es el carácter de ese endeudamiento. Grecia, por ejemplo, tiene una deuda muy estructural. El volumen de deuda en el país heleno ha superado de promedio en los últimos diez años el 100% del PIB, mientras que el de otros países en el punto de mira como España o Irlanda ha estado en el 70% y en el 35%, respectivamente. Por ello, el incremento de deuda en estos dos casos se ha producido como respuesta a la crisis y es más fácil de reducir porque no se trata de una situación enquistada.
También el dato del déficit público es relevante: ahí encontramos los sospechosos habituales con Irlanda en lo más alto tras ver como se ha disparado su déficit al 32% tras el rescate del sector financiero. Aunque hay que apuntar un nuevo nombre: Eslovaquia, que se mete en el pelotón de cabeza (con un 7,9% del PIB en 2009).
¿Quiere esto de decir que necesitarán ser rescatados?
Los expertos consultados coinciden en que los movimientos de la crisis y de los mercados son impredecibles, así que los actuales datos de riesgo y el volumen de deuda o de déficit no son motivo suficiente para situar a esos países como los máximos candidatos a un rescate. Ninguno quiere dar nombres.
Federico Steinberg, investigador del Real Instituto Elcano, destaca el caso de Irlanda, que “tenía menores primas de riesgo que otros países y, de repente, cuando salió a la luz su problema con los bancos, se disparó”. Según las cifras, todo haría pensar que Portugal es el siguiente en la lista, “pero tiene los mismos problemas que Italia: poco crecimiento, competencia textil de China… es ciertamente impredecible”.
Sin embargo, Italia no sale en ninguna quiniela de momento debido a que su bajo crecimiento es una constante de los últimos años y el déficit público no resulta muy elevado (5,3% del PIB en 2009), aparte de que su deuda pública se controla desde casa.
Y Steinberg añade: “No se puede apuntar a ninguno en concreto. Incluso es posible que no se necesiten más rescates”.
Además, existen otros baremos importantes que ahora no tienen reflejo en los mercados: el tamaño de la economía, la apertura de ésta (número de compañías multinacionales, donde España, por ejemplo, aparece muy bien situada), tamaño del sector público…
Para Silvio Peruzzo, de RBS Global Banking & Markets, “el inversor está penalizando a los países que están experimentando una contracción en una época determinada, y éstos son Grecia, Irlanda, España y, en menor medida Portugal. Por otra parte, Bélgica es uno de los tres países de la zona del euro (con Grecia e Italia), que probablemente tiene una deuda en porcentaje del PIB este año por encima del 100%, según las proyecciones de la Comisión Europea. Pero es difícil saber si necesitarán rescate”, indica Peruzzo.
Por su parte, Juan Ignacio Crespo, director europeo de Thomson Reuters, cree que las posibilidades de que los actuales ataques de los mercados (reflejados en el riesgo país y los CDS) acaben en rescates a ciertos países o desaparezcan dependen de tres factores: por un lado, de la credibilidad y efectividad de los planes de ajuste de cada Gobierno, por otro, de que el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera tenga mayor dotación y, por último, de que el Banco Central Europeo (BCE) "saque toda su artillería".
Precisamente, el miércoles el presidente del Bundesbank y miembro del BCE, Axel Weber, señaló que existía la posibilidad de ampliar el fondo si era necesario. Crespo indica que abrir esta puerta podría apaciguar la desconfianza de los mercados sobre la solvencia de determinados países, al ver que podrían ser rescatados, al margen de su tamaño.
En cuanto al último punto, sostiene que el BCE se ha mostrado reacio hasta ahora a actuar de forma tan tajante como lo hace habitualmente Fed. "Pero no le queda más remedio. Lo lógico para frenar estar espiral es que actuara sobre los CDS, no que sólo comprara deuda como ha hecho hasta ahora", indica.
Silvio Peruzzo también cree que una intervención del regulador europeo podría cortar del lleno la sangría.
De cualquier forma, también hay analistas que señalan que la zona euro atraviesa un momento decisivo y España se posiciona como una pieza clave. The Economist, por ejemplo, asegura que el freno a esta crisis de confianza está en manos de Zapatero y en las reformas que impulse. Si no se consiguiera evitar el rescate. Saxo Bank afirma en su último informe que “esto exigiría un nuevo marco de la unión política y el BCE si Europa quiere permanecer unida políticamente y mantener su moneda única. 2011 va a ser un año interesante para la eurozona”. Una responsabilidad desmesurada para el que ya han 'bautizado' como 'Zapateuro'.
Pese a todas estas razones, José Luis Martínez, estratega de Citi, cree que tal y como se están comportando los mercados, pocas predicciones se pueden hacer. “El pánico en estos momentos los domina. El pánico es irracional. Por tanto, lo sería mucho más intentar aventurar que puede ocurrir en el futuro inmediato”, indica.